*Emilia Pardo Bazán (1851-1921) fue la principal defensora en España del Naturalismo. En el caso de esta autora, este movimiento se encuentra enmarcado en el catolicismo. Así, el determinismo naturalista de Zola es solo aparente y está subordinado a la capacidad del hombre para sobreponerse a él por medio de la fe, que lo eleva sobre el resto de las criaturas. Entre sus novelas destacan Los pazos de Ulloa (1886) y La madre Naturaleza (1887), desarrolladas en ambientes rurales de Galicia que conforman mundos cerrados y dominados por las pasiones.
*Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) es el último representante del Naturalismo en España. Publicó novelas ambientadas en tierras valencianas, como La barraca (1898), Entre naranjos (1900) o Cañas y barro (1902), en las que los personajes luchan por su existencia, sumidos en la miseria, el odio, la venganza y la fatalidad.
En los años 90 se percibe un cierto cambio en la concepción de la novela: se acentúa el interés por la psicología de los personajes y se atiende también a nuevos aspectos como la imaginación, los sentimientos o la espiritualidad. Nace así lo que se conoce como novela espiritualista, representada por Misericordia (1897) de Galdós o Su único hijo (1892) de Clarín y que algunos consideran como una nueva etapa novelística.